jueves, 18 de febrero de 2010

(Hoy, para cambiar, no hay título)

Esta es una de esas ocasiones en la que espero que se me ocurra algo antes de llegar a la tercera línea. Confieso que en este momento sólo escribo para que el filetaco que ilustraba el anterior post, pase a peor vida, ya que después de tantos días, sencillamente, no apetece. Bueno, de paso, no estaría mal dar la sensación de que este blog me importa algo. No sólo por actualizarlo, sino por seguirlo, cuidarlo, ser constante, ofrecer variedad... en definitiva, evitar la rutina. Oh! he dicho rutina. A que da un poco de miedito esa palabra... 
Yo creo que si existe la felicidad (eso sólo lo sabe Punset, los asesores de ZP, y el jefe de publicidad de televisión española), está muy relacionada con la rutina. Tan relacionada que probablemente, el nivel de felicidad viene a ser inversamente proporcional al de rutina. Bueno, no seré yo el que de lecciones happyflower sobre cómo hacer que todos los días sean diferentes, pero quizás sí deje algún comentario para evitar que todos los días sean iguales. Por ejemplo:
1. Levántate a una hora diferente cada día. Si llegas tarde al curro, lo entenderán. ("No, no, si el tráfico estaba bien, es por evitar la rutina"). 
2. Desayuna las sobras de la cena. Así conseguirás que no sobre nada en la cena. Y si no sobró nada, antes de tomar siempre lo mismo en casa, mejor desayuna cada día en un bar diferente. Y si compartes pecunio con alguien y te reprocha el capricho, dile que no es capricho, "es por evitar la rutina".
3. Ve a trabajar cada día en un medio de transporte diferente (no uses una biciquieta de esas que miden calorías porque por muy fuerte que aprietes los dientes, no avanza). Quizás helicóptero, carrito de la compra, un llevador común... en cualquier caso, recurre a monotransportes que te permitan ir cómodamente sentad@. Si alguno de los días toca metro o bus, pídele amablemente a una de las encantadoras ancianitas que te deje su asiento, que tú no tienes bastón donde apoyarte y necesitas el sitio "para evitar la rutina". 
4. Cada día cambia tu trabajo por el de un compañero que tenga otras funciones. Si no sabes hacerlo, siempre podrás echar la culpa a tu compañer@. Si le despiden, entenderá que es el precio que hay que pagar para que "evites la rutina". 
5. Si comes en el trabajo, alterna días de "taper" con los compis (zámpate su comida, porque comer siempre lo tuyo es muy rutinario), con días de restaurante con los jerifantes. En este último caso, cambia de mar: unos días dieta mediterránea (langostinos de Vinaroz, salmonetes de Málaga...), otros días cantábrica (percebes, nécoras, bogavante...), y por supuesto, no pagues nunca. Eso ya lo haces muchas veces al día, y entenderán que no ayuda a "evitar la rutina".
6. Por la noche, en casa, no veas la tele. Y si la ves porque no la tienes escondida, o no tienes otra cosa peor que hacer, cambia el tipo de programación: programa del corazón, concurso, ciencia... en todos los casos saldrá Belén Esteban, pero como dice un dicho que sigo sin entender, es la excepción que confirma la regla para que consigas evitar la rutina. 

Espero que esta reflexión te haya resultado útil, o al menos, no rutinaria. 

PD: por razones obvias, el saludo final lo dejamos para otro día.

jueves, 4 de febrero de 2010

CERRADO POR DECONSTRUCCIÓN


Si un día pasas por Cala Montjoi y en lugar de intentar tragar un bocata con panazo en un bar de carretera, te apetece, vete a saber por qué, una experiencia extrasensorialmultiorgásmica, pásate por El Bulli. Está bien. Si no tienes reserva, lo más probable es que un señor con delantal de etiqueta se descojone de ti, dado que El Bulli es el único lugar del mundo con más lista de espera que las operaciones de la Seguridad Social. Y si casualmente, te hacen un hueco en la barra para pedir unas raciones, te has equivocado. Eso no es El Bulli. 
El Bulli chapa 2 años. Pero el cartelito de la puerta no dirá "Cerrado por Reforma", o por descanso del personal, o por motivos personales.... dirá "cerrado por introspección relativista", o "puerta rellena de opacidad al aroma desgastado de jugo de espuma de viento fresco". Adriá dice que está hasta los huevos del cheminova, y que necesita otras motivaciones. Cuando el restaurante lleva 5 años seguidos siendo el mejor del mundo, ¿cuál es el siguiente paso? ¿bodas, bautizos y comuniones? No, ya se han hecho demasiadas bromas con El Bulli. Hasta eso está manido. No hay siguiente paso. Adriá dice que cuando vuelva a abrir, ya no será un restaurante. ¿Un hotel con camas que flotan en el aire y habitaciones donde puede llover, o no? ¿Un SPA con chorros láser? Lo único que se sabe es que sorprenderá, seguro. 
Luego está lo de los 2 años sabáticos. Viene a ser como un oasis en medio de un desierto de más de 4 millones de parados. ¿Por qué?"Porque puedo, diría Adriá". No parece una decisión muy popular, no ganará muchas simpatías, y menos entre aquellos que no tragaban sus platos, pero sencillamente, es cuando toca. Ahora Ferrán Adriá se sentará en su sillón culinario, con una copa de cava hidrogenizado en la mano, y mirando al techo dirá: voy a inventar la cocina trifásica. Así sea Don Ferrán. 
Saludoritos al jamón.