viernes, 18 de diciembre de 2009

¿cómo escribir sobre lo buena que es la crisis?

Hace unos meses, Juan Soler (Kaniho "el grande" y amiguete de los que hay que tener), me propuso colaborar en un libro dedicado a la crisis. El libro es idea de www.lacasadelcactus.org y han bautizado el proyecto como ATELIER CRISIS. En él se invitaba a participar a un montón de colaboradores como yo (diseñadores, directores de arte, escribicionistas o simplemente, neuronas inquietas) para que plasmaran la crisis desde un punto de vista "diferente". El resultado del libro es cuando menos interesante, aunque servidor no domina el catalán, ni siquiera para leer su propio texto (estoy encantado de que alguien haya pensado que yo sé catalán). En cualquier caso, doy las gracias desde aquí a Marc Masmiquel por ese currazo de maquetación con el que nos ha obsequiado a los colaboradores. No han faltado, por supuesto, las voces críticas, especialmente contra dirigentes mundiales y no tan mundiales que todos tenemos en mente, pero tampoco los que como yo, han optado por intentar buscarle algo positivo a la crisis. Sí, puede parecer una ilusión demasiado ilusa, pero si algo de bueno se puede sacar, podría acercarse a esto:

Donde yo vivo hay un bar especializado en mañanas de carajillo y porras pasadas, con un camarero de mal gesto, que repite vida cada año desde no recuerda cuando, y que le fía un cortado a Salva cuando Salva cuenta lo de sus 4 criaturitas, lo que comen, lo que rompen, lo que piden... hasta terminar dedicándome los mismos insultos de siempre.

Donde yo vivo hay un mendigo que guarda unos zapatos de charol y una chaqueta de ante azul para vestirse de pasado cuando llega el día de la suerte, y salir a dar limosna a los compañeros que llevan mi nombre escrito en un trozo de cartón.

Donde yo vivo hay 3 chavales con una guitarra de 5 cuerdas y un amplificador maltratado por la calle, que sueñan con tocar en el estadio de su equipo, y disfrutan cada segundo del viejo garaje oxidado donde improvisan canciones con letras de barrio inspiradas en mi.

Donde yo vivo hay un profesor de matemáticas al que no le salen las cuentas (dice que por mi culpa), porque después de las clases se empeña en que despejen la X los chavales que hacen vida de mercadillo, y a cambio les pide eso que tiene tanto valor para él: un poquito de interés.

Donde yo vivo hay gente que no llega a primeros de mes y se ríe de mi los fines de semana.

Donde yo vivo hay una parejita de recién independizados repletos de proyectos, ilusiones, ideas... Es lo único que tienen, y su casero lo sabe, pero vuelve por sus pasos sin decir una palabra cuando le hablan de mi.

Me llaman crisis. Seguro que tú también has oído hablar de mi. Me conocen en todo el mundo, pero no te equivoques. No soy de las que se les sube la fama a la cabeza, nada más lejos. No es práctico. De hecho, quiero decirte que desde este lado se ve otra realidad, quizás no tan dramática. Sí, ya sé que ahora tengo un gran poder, una enorme capacidad para atemorizar, desestabilizar, presionar... basta con seguir un poco la actualidad, ya sabes... pero hay algo que nunca he conseguido destruir. Algo que se planta frente a mi una y otra vez, como un muro infranqueable que me obliga a mirar atrás, a abandonar mi catástrofe más preciada antes de atestar el gran golpe. Sí, lo reconozco, tengo la sensación de que nunca podré con ellos, con la gente. Con su asquerosa capacidad para ser solidarios, comprensivos, generosos... con esa facilidad para ponerse en el lugar del otro que nunca podré entender. Esas conciencias tan blandas que degeneran en ayudas, en esfuerzos... joder, me dan ganas de vomitar cuando lo pienso. Estos humanos, siempre tan humanos... y lo que más me jode, lo que peor llevo es que cada uno da lo mejor de sí cuando sale mi nombre a relucir. A mi costa. Quién sabe, quizás me retire unos años a descansar, a replantear la estrategia de mi próxima sacudida... puede que sea yo la que empiece a estar en crisis.

José Luis García


2 comentarios:

  1. Pues a mí me gusta el que se toma las cosas con sentido del humor, aunque en esas frases sea un humor dolido, sobrio, oscuro casi negro. Pero de calidad, como en la frase de los que se ríen los fines de semana.
    Suerte con el proyecto

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  2. Lo malo es que hay una línea muy fina entre el respeto y el sentido del humor, y esa línea no es igual para todos, pero si fuera por mi, me tomaría a coña muchas más cosas de las que me tomo. Bueno, y antes de seguir con esta filosofía un tanto difusa, gracias por tus palabras Miguel.

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